Para nadie es un secreto que los niveles de obesidad en la población mundial han ido en rápido aumento, y no sólo en respuesta a adultos sedentarios, sino a niños que siguen patrones familiares, con conductas alimentarias poco sanas y una vida frente a las pantallas, dejando en evidencia que más que una condición del cuerpo es una patología que llegó para quedarse si no se toman las precauciones a tiempo.
“La obesidad es un problema multicausal, donde varios factores contribuyen, y no solamente lo psicológico, sino también los patrones de consumo, las leyes que regulan los precios de unas comidas sobre otras, etcétera. Sin embargo, como especialista de la psicología, quiero destacar que este problema es el fiel reflejo de la familia, es decir, no es que un niño o joven lo desarrolle solo, sino que este problema está en el entorno. Los adultos estamos dando entornos propicios para la sobrealimentación de los niños”.
La obesidad, en sí, explicada médicamente, es cuando una persona, ya sea niño, adolescente o adulto, ingiere más calorías de lo que debe, pero como lo explica la Dra. Susan Galdames, académica de la carrera de Psicología de la Universidad de La Serena, existe un cúmulo de influencias genéticas, conductuales, metabólicas que inciden en esta baja de quema de las calorías extras, almacenándose éstas como grasa corporal.
“Hay un círculo vicioso en cuanto a la comida. Es duro decir que la psicología por sí sola ha fracasado haciéndole frente a este problema, ya que el trabajo es multidisciplinario; necesitamos el aporte de los especialistas en nutrición, movimiento, deporte, etc. Los niños son muy sensibles en su entorno y, por lo mismo, es que somos los adultos quienes tenemos que brindar un entorno propicio para evitar la obesidad. Y el cambio de hábitos y de alimentación debe ser de toda la familia y no solamente de los niños o adolescentes”, explica la académica, quien es especialista en psicología de la salud.
Según diversos estudios, esta condición identifica a los niños y niñas como personas propensas a desarrollar otros problemas de salud graves originados por la obesidad, sin dejar de lado también, la estigmatización que esto acarrea, la baja autoestima, la depresión y ansiedad.