Si hay fármacos que han revolucionado la vida del ser humano, sin duda, esos son los antibióticos, medicamentos que permiten tratar con éxito las infecciones causadas por bacterias, prevenir la trasmisión de enfermedades y hasta reducir graves complicaciones. Sin embargo, los que solían ser los férreos defensores de nuestro organismo, hoy están perdiendo su eficacia.
La resistencia a los antibióticos es uno de los problemas de salud más urgentes a nivel mundial. En los últimos años, las personas han comenzado a automedicarse o seguir tratamientos de amigos con afecciones parecidas, lo que ha provocado que estos fármacos no funcionen de la misma forma al combatir bacterias y, además, las ha vuelto resistentes.
“Los antibióticos son los encargados de combatir a los microorganismos que atacan nuestro cuerpo, pero en algún momento, empezamos a consumir muchos yeso ha generado cierta resistencia porque van mutando genéticamente, y como no se han inventado más, estamos peligrando. Es como si estuviéramos en una lucha y saliéramos a pelear con toda la artillería, después cuando realmente la necesitamos no tendremos a qué echar mano. Eso nos está pasando ahora. A medida que aparecen microorganismos con una capacidad más fuerte de enfermarnos e infectarnos, no tenemos antibióticos que nos defiendan y produzcan el mismo efecto que antes”, explica Bernardita Henríquez, enfermera asesora del Programa de Control de Infecciones Asociadas a la Atención de Salud, del Servicio de Salud Coquimbo.
¿CUÁNDO REALMENTE DEBO TOMAR ANTIBIÓTICOS?
Hay muchos tipos de gérmenes que nos causan enfermedades infecciosas, de ellas destacan: las bacterias y los virus. Los antibióticos funcionan bien contra las bacterias, ya sea matándolas o impidiendo su multiplicación. Sin embargo, no funcionan bien contra los virus. Esto significa que, por ejemplo, los antibióticos son el tratamiento correcto para la amigdalitis estreptocócica (producida por una bacteria), pero no para la mayoría de los dolores de garganta que son causados por virus. La asesora del Programa de Control de Infecciones explica en detalle esta diferencia y cómo el médico es el principal aliado para un diagnóstico certero.26
“Cuando uno se resfría genera tos o fiebre, y aunque la mayoría son virales, siempre tiene que ser evaluado por un médico, porque si el resfrío empeora pueden pasar a ser bacteriano y requerir antibióticos, aunque por lo general no es así. La tos no se sana con antibióticos, entonces tomarlos no produce ninguna mejoría. Por otro lado, sintomatologías como infecciones urinarias o a la piel siempre requieren la asesoría de un médico, quien puede recetar antibióticos en crema u orales más adecuados para cada caso. Recordemos que cada infección tiene su antibiótico específico para hacer efecto, no todos sirven para todo”, advierte Bernardita Henríquez.
Esta prescripción es especialmente cuidadosa en los hospitales de la Red Asistencial, quienes poseen comités que se encargan de hacer vigilancia a los microorganismos y sus resistencias a los antibióticos. Sin embargo, para la enfermera del Servicio de Salud es igual de importante que “las personas tomen conciencia de este problema para que, en el caso de estar internados por alguna patología, estas resistencias no sean tan altas ni produzcan hospitalizaciones prolongadas por la baja respuesta al tratamiento para combatir infecciones”.
¿QUÉ PUEDO HACER PARA EVITAR LA FARMACORESISTENCIA?
La Organización Mundial de la Salud ha declarado la resistencia a los antimicrobianos como una de las 10 amenazas mundiales contra la Salud Pública. Para contribuir a evitarla, te entregamos algunos consejos:
- Nunca compres o adquieras medicamentos en la calle o mediante redes sociales. La venta de antibióticos solo es posible con receta médica en farmacias físicas y de venta en línea autorizada por el ISP.
- Utiliza solo medicamentos indicados por un médico.
- Completa tu tratamiento por todos los días indicados, aunque los síntomas hayan desaparecido, y no compartas con otros las unidades que te pudieran haber sobrado.
- Prioriza el lavado de manos, evita el contacto con personas enfermas, mantén tus vacunas al día y sigue siempre las indicaciones de tu médico o de las autoridades sanitarias.